De niña siempre ame la navidad. Ese momento mágico en el que se armaba el árbol lleno de regalos y coloridos adornos. Con tiempo las familias empezaban a organizarse para ver en qué casa se haria la cena de Noche Buena y quien se encargaría de qué. Esperaba ese momento con gran ilusión. ¡Me daba profunda alegría sumergirme en ese ambiente de celebración!

Con el paso del tiempo y especialmente como terapeuta empecé a conocer el otro lado del alma humana, tanto sus luces como sus sombras y me he sentido honrada de poder escuchas esas cosas que habitualmente solo nos decimos a nosotros mismos en la intimidad de nuestros pensamientos. Sin duda la confianza que se crea en el vínculo terapéutico lo hace posible. Compartir esa dimensión hace a las personas más bellas porque atravesamos la superficie de una imagen que intentamos dar para ser amados y aceptados. Esto nos permite no solo ampliar la comprensión de nuestra naturaleza sino también desarrollar niveles de compasión más profundos.

La proximidad de las Fiestas moviliza toda una serie de cuestiones: con quien las pasaremos, en que lugar, con quienes nos enemistamos, nuestros deseos más profundos, nuestras resistencias, cuanto dinero estamos dispuestos a gastar en regalos, que posibilidades tenemos, etc.
Las fiestas nos ponen a trabajar sobre nuestros conflictos familiares no resueltos, nuestros pendientes, nuestras necesidades y nuestros anhelos. Sin duda una gran oportunidad para meditar y reflexionar. Al mismo tiempo para cambiar.

Tal vez esta navidad nos brinde una gran oportunidad para pensar sobre lo que es importante para cada uno en estos tiempos. Los que es esencial, y podamos rescatar algo del espíritu navideño que no necesariamente encontraremos en los shoppings. Tal vez podamos comenzar a sanar en el seno de nuestros hogares algo de esa grieta, esa herida que nos lastima como familia y como sociedad y podamos comenzar a abrazarnos en nuestras diferencias poniendo por encima el bien común y el encuentro desde el el respeto. Tal vez podamos elegir el amor por sobre todas las cuestiones y diferencias que vienen de las distintas personalidades que tienen sus razones y sus heridas o sus preferencias.

El espíritu de la navidad nos invita a la unión y a la reconciliación, a reconocernos como parte de una gran familia. De nosotros depende tomar esta oportunidad y comenzar a construir el camino de la reconciliación eligiendo el amor por sobre todas las cosas, sembrando esperanza, paz y alegría para las próximas generaciones.

¡Felices Fiestas!

Estamos llegando a fin de año y se nos presenta una maravillosa oportunidad para hacer un balance sobre lo acontecido durante el año y cómo lo hemos gestionado, además de hacer una evaluación de las cosas que queremos conservar y aquellas de las que necesitamos liberarnos.

 

En los últimos días del año las calles del microcentro se llenan de papeles que las oficinas arrojan desde sus ventanas en señal de “se acabó… ya no nos sirve más… ya paso”, y surge el acto espontáneo de soltar aquello que ya nos sirve, como una liberación que genera una gran alegría, alivio y nos permite dejar espacio para lo nuevo. Podemos llevar esta limpieza a muchos niveles de nuestras vidas:

. En el plano físico ordenando nuestros espacios y regalando o vendiendo aquellas cosas que ya no vamos a utilizar y que tal vez estuvieron guardadas en algún rincón de un placard, porque todas esas cosas representan energías que no movemos, que se estanca y que al quedarse quietas comienzan a corromperse.

. También nuestro cuerpo merece que lo asistamos en este proceso de detoxificación, preparándolo para un buen descanso antes de las vacaciones. Dándole así la posibilidad de liberar las toxinas que se han acumulado durante un tiempo y quedaron depositadas en nuestras células y órganos generando bloqueos y perturbando los procesos que los distintos sistemas que nuestro cuerpo realizan.

. En el plano emocional, es una buena oportunidad para sanar nuestras emociones y liberarnos de aquellas que nos hacen daño e intoxican nuestro cuerpo.

. En el plano mental, soltar aquellas creencias o pensamientos negativos que intoxican nuestro cuerpo y nos sumergen en una realidad densa, oscura y deprimente que nos tira hacia abajo y no nos permite soñar ni crear una realidad óptima y en la que nos gustaría vivir.

. También podemos evaluar qué conductas, qué relaciones y qué situaciones queremos repetir porque nos traen felicidad y alegría a nuestras vidas, y cuáles ya es tiempo de soltar porque se nutren de nuestra energía dejándonos debilitados e insatisfechos porque no hay un intercambio saludable.

Todas estas situaciones actúan como “parásitos” que viven de nuestra energía, ocupan un lugar y generan toxicidad que daña nuestro organismo. El estancamiento y la mala administración de nuestra energía, ayuda a la proliferación de parásitos en todos los niveles. Los alimentamos sin darnos cuenta, hasta que comenzamos a tener los primeros síntomas de enfermedad.

 

De todas formas, hay algunas cosas que podemos hacer para prevenir la proliferación de dichos parásitos:

. Disponer un tiempo para ordenar en todos los niveles.
. Poner atención en cómo gestionamos nuestra energía.
. Observar en todos los niveles de manera minuciosa, qué queremos conservar y qué cosas no tienen más sentido para nosotros.
. Revisar los cuartos, cajones y espacios “oscuros y ocultos” que simbolizan lo inconsciente.
. Chequear nuestro sistema de creencias, ya que consumimos mucha energía para mantenerlas activas y no siempre son beneficiosas para nosotros o nuestro entorno.
. Tomar conciencia de quiénes nos están robando nuestra energía (o a quién se la damos dejando que drene) a través de relaciones que siguen patrones inconscientes dañinos.
. Hacer una revisión de la forma en que nos alimentamos, para ver qué queremos nutrir y qué no.
. Seguir un plan détox de alimentación.
. Hacer algún plan “antiparasitario” invitando a salir de nuestro cuerpo y nuestras vidas a todo aquello que no queremos nutrir y que toma nuestra energía debilitándonos.

Tal vez podamos realizar esta tarea como un ritual de sanación y liberación, abriéndonos con alegría a soltar todo lo que ya no nos sirve, agradeciendo la experiencia porque nos ha dejado un gran aprendizaje, y creando espacio para lo nuevo. Eligiendo de manera mucho más consiente y selectiva lo que queremos dejar entrar a nuestras vidas para crear nuevas experiencias.

Feliz fin de año y año nuevo!