Solemos asociar a la nutrición exclusivamente con los alimentos que ingerimos. Podemos incluso encontrarnos debatiendo sobre si es mejor la dieta paleo, macrobiótica, crudivegana, etc. Al momento ya hemos desarrollado más de 100 tipos de dietas para todo tipo de personas y circunstancias. Lo más probable es que la mayoría de las personas a esta altura ya tenga algún grado de confusión respecto de lo que se supone es mejor comer para tener un buen estado de salud. Muchas de estas dietas son contradictorias entre sí y es difícil elegir cuál es la mejor.

La medicina moderna e integrativa cada vez más se está orientado hacia la bioindividualidad. Esto significa que se empieza a tomar en cuenta la singularidad constitutiva de cada persona desde el punto de vista biológico, psicológico y espiritual, entendiendo que lo que es bueno para alguno puede ser un veneno para otros si no se toma en cuenta la distinción entre un sujeto y otro. Por lo tanto difícilmente podemos caer en generalidades o modas respecto de cómo nos nutrimos en el sentido amplio. Esto significa la totalidad de elecciones que hacemos en nuestra vida y que incorporamos a nuestra realidad, tomando en cuenta el trabajo, nuestras relaciones, entorno, etc. No todos necesitamos lo mismo para mantenernos sanos, fuertes y felices.

Este es el punto en el que cada uno debería empezar a tomar responsabilidad en cuanto a su bienestar. Ningún médico o terapeuta podrá tener mayor conocimiento de una persona que la persona misma, ya que no está dentro de su cuerpo para detectar cuando algo que comió le cayó mal o reconocer el grado de toxicidad que le produce una relación o el lugar en el que vive. Claramente los profesionales podrán ayudar en el proceso de autoconocimiento. Para ello éstos cuentan con recursos como los análisis clínicos cada vez más específicos, estudios genéticos, estudios para detectar alergias, terapias de todo tipo para ayudar a la persona a conectarse en mayor profundidad y conocer su verdadera naturaleza. En su esfuerzo por adaptarse al medio y asegurarse el amor suficiente como para que sus necesidades fueran cubiertas muchas veces tuvo que “torcer “su naturaleza, generando de esta manera todo tipo de trastornos.

Sin dudas el camino hacia una buena nutrición comienza con una fase exploratoria de reconocimiento de quienes somos y cuáles son nuestras necesidades básicas. Si no partimos de allí, todo intento por seguir un modelo o recetas estarán destinadas al fracaso y a alejarnos cada vez más de nosotros mismos cayendo en la confusión y en el sinsentido.

El regreso a casa comienza desde lo más básico:

  • Reconociendo qué alimentos nos hacen bien, tratando de buscar siempre la mejor calidad de los mismos, ya que esto significa que nos estamos amando y brindando lo mejor. A veces confundimos lo mejor con lo más caro. Esto solo es un recurso de marketing. Lo mejor es aquello que respeta nuestra naturaleza y cuanto menos industrializado más cercano a la naturaleza está.
  • Por otro lado, respetar las horas de descanso, de juego, de actividad física, de encuentro con afectos.
  • Nutrirnos de un ambiente agradable.
  • Eligiendo un trabajo que nos brinde estímulo, satisfacciones y que alimente nuestra autoestima.

¿Cómo empezar? De a poco. Pequeñas decisiones que nos permitan realizar acciones que nos conduzcan hacia el camino de regreso a casa, hacia quienes somos auténticamente. Nada más cercano a la felicidad.

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En estos días recibí de regalo esta bella oración de Buda y quisiera compartirla con ustedes:

Que seas muy feliz.
Que estés completamente sano.
Que estés libre de todo sufrimiento.

¡Felices fiestas y que tengan un maravilloso año!

Con amor, Liz Alcalay

En nuestro organismo conviven múltiples especies de microorganismos, de hecho, estamos compuestos por más ADN no humano que humano: se calculan 10 microbios por cada célula humana. Esto nos lleva a pensarnos a nosotros mismos como una comunidad y ya no como individuos separados del medio.

Se conocen por lo menos 500 especies de microorganismos y seguramente haya más que aún no fueron reconocidos. Para que haya armonía debe existir un equilibrio entre estas especies en nuestro organismo, puesto que muchos son benéficos e incluso necesarios ya que colaboran en procesos metabólicos y enzimáticos, y otros que parasitan nuestro cuerpo debilitándolo, extrayendo nuestros nutrientes y contaminando el medio.

Uno de los principales problemas que tenemos actualmente es el desconocimiento y la poca importancia que se le da al tema de los parásitos, siendo un factor sumamente importante en la preservación de la salud.
Se entiende por parásito: “organismo animal o vegetal que vive a costa de otro de distinta especie, alimentándose de él y depauperándolo sin llegar a matarlo” (Real Academia Española, diccionario de lengua española, de Ed, 2012). Estos organismos ingresan a nuestro cuerpo en forma de huevos, larvas o, en su estado adulto, a través del agua contaminada, frutas y verduras que no están bien lavadas, el aire, o el contacto con animales, inclusive los domésticos, o con otras personas a través de la piel y los fluidos, asi como el contacto con superficies que no están limpias y picadura de insectos.

La medicina actual no lo toma en cuenta y solo asocia a los parásitos con zonas tropicales o estratos de bajos ingresos donde las condiciones de higiene son escasos. Sin embargo, se calcula que el 90% de la población mundial está infectada por uno o más parásitos sin que tengamos registro de ello. Pero hay que tener en cuenta, que las técnicas de detección de la parasitosis se limitan a identificar algunas pocas especies intestinales a través de un análisis de materia fecal o un análisis de sangre…quedando afuera algunos difíciles de detectar que se alojan en el hígado, páncreas, cerebro, o cualquier otro tejido.

Podemos observar la situación de gran vulnerabilidad en la que nos encontramos, siendo los parásitos un natural depredador del ser humano que busca un medio en el cual sobrevivir y reproducirse.

Si nuestras defensas son buenas, eliminarán y expulsarán del organismo a los parásitos, pero si nuestro sistema inmunológico está debilitado la infección de expandirá ocasionando grandes daños. El aumento en el consumo de azúcar, carnes poco cocidas, harinas refinadas, lácteos industrializados, sumado al abuso de antibióticos, productos industrializados, incorporación de metales pesados, aumenta las posibilidades de ingreso de parásitos a todo el organismo y debilitamiento nuestro sistema inmunológico.

Esto produce irritación, sofocos, trastornos de memoria, pánico, desequilibrios hormonales, problemas inmunológicos, inhibición de la dopamina.

Podemos sospechar de la presencia de parásitos si aparecen síntomas como: diarrea, vómitos, dolor estomacal, picazón anal, sangrado intestinal, pérdida de apetito, pérdida de peso, desnutrición, anemia, trastornos de crecimiento, estreñimiento crónico, sangre en las heces, ojos hinchados, irritación intestinal, pancreatitis, fatiga crónica, baja energía, problemas en la piel, piel seca, caída de cabello, cabello debilitado, alergias, picazón de nariz, en la piel, reacciones alérgicas a alimentos, urticaria, ictericia, sensación de arrastre bajo la piel, erupciones, eczemas, cambios de humor, ansiedad, depresión, insomnio, desorientación, obsesión, bruxismo, dolores musculares y articulares, fibromialgia, trastornos en la sangre, hipoglucemia, anemia, enuresis, entre otros.

La forma más habitual para la medicina alopática de combatir dichos organismos es a través de antiparasitarios y antibióticos que son muy fuertes y pueden dañar la flora intestinal indiscriminadamente. A veces no hay más remedio, especialmente cuando la condición es muy aguda, pero es importante luego de su administración incorporar prebióticos y probioticos para que la flora intestinal pueda recuperarse y favorecer el fortalecimiento del sistema inmune. Por otro lado, la muerte de estos microorganismos en el cuerpo también generan toxicidad, por lo cual un proceso de detoxificación adecuado es indicado.

Todas las tradiciones tenían conocimiento de los parásitos y desarrollaron diversas técnicas preventivas para mantenerlos bajo control en base a hierbas, tónicos y semillas. Realizaban estas prácticas con regularidad porque a través de sus observaciones conocían muy bien la relación entre las infecciones y las enfermedades que causaban.

Algunas de las recomendaciones más naturales para la prevención que vienen de estas tradiciones son, el consumo de algunos alimentos:
– ajo crudo aplastado previamente.
– semillas de calabaza crudas en ayunas
– alimentos fermentados
– probióticos de alta calidad
– aceite de orégano
– aceite de pino destilado
– extracto de semillas de pomelo
– semillas de papaya
– tintura madre de Artemisa
y otros.

Es importante estar atentos a los primeros síntomas que muchas veces se vuelven crónicos si los subestimamos. Consultar a un especialista que indicará cuáles son las medidas adecuadas a tomar según el tipo y grado de infección. Conocernos más a nosotros mismos y cómo nos relacionamos con nuestro entorno, sin duda es uno de los factores más importantes para crear un estado de buena salud. Finalmente, todo se trata de un sabio equilibrio.

De niña siempre ame la navidad. Ese momento mágico en el que se armaba el árbol lleno de regalos y coloridos adornos. Con tiempo las familias empezaban a organizarse para ver en qué casa se haria la cena de Noche Buena y quien se encargaría de qué. Esperaba ese momento con gran ilusión. ¡Me daba profunda alegría sumergirme en ese ambiente de celebración!

Con el paso del tiempo y especialmente como terapeuta empecé a conocer el otro lado del alma humana, tanto sus luces como sus sombras y me he sentido honrada de poder escuchas esas cosas que habitualmente solo nos decimos a nosotros mismos en la intimidad de nuestros pensamientos. Sin duda la confianza que se crea en el vínculo terapéutico lo hace posible. Compartir esa dimensión hace a las personas más bellas porque atravesamos la superficie de una imagen que intentamos dar para ser amados y aceptados. Esto nos permite no solo ampliar la comprensión de nuestra naturaleza sino también desarrollar niveles de compasión más profundos.

La proximidad de las Fiestas moviliza toda una serie de cuestiones: con quien las pasaremos, en que lugar, con quienes nos enemistamos, nuestros deseos más profundos, nuestras resistencias, cuanto dinero estamos dispuestos a gastar en regalos, que posibilidades tenemos, etc.
Las fiestas nos ponen a trabajar sobre nuestros conflictos familiares no resueltos, nuestros pendientes, nuestras necesidades y nuestros anhelos. Sin duda una gran oportunidad para meditar y reflexionar. Al mismo tiempo para cambiar.

Tal vez esta navidad nos brinde una gran oportunidad para pensar sobre lo que es importante para cada uno en estos tiempos. Los que es esencial, y podamos rescatar algo del espíritu navideño que no necesariamente encontraremos en los shoppings. Tal vez podamos comenzar a sanar en el seno de nuestros hogares algo de esa grieta, esa herida que nos lastima como familia y como sociedad y podamos comenzar a abrazarnos en nuestras diferencias poniendo por encima el bien común y el encuentro desde el el respeto. Tal vez podamos elegir el amor por sobre todas las cuestiones y diferencias que vienen de las distintas personalidades que tienen sus razones y sus heridas o sus preferencias.

El espíritu de la navidad nos invita a la unión y a la reconciliación, a reconocernos como parte de una gran familia. De nosotros depende tomar esta oportunidad y comenzar a construir el camino de la reconciliación eligiendo el amor por sobre todas las cosas, sembrando esperanza, paz y alegría para las próximas generaciones.

¡Felices Fiestas!

Estamos llegando a fin de año y se nos presenta una maravillosa oportunidad para hacer un balance sobre lo acontecido durante el año y cómo lo hemos gestionado, además de hacer una evaluación de las cosas que queremos conservar y aquellas de las que necesitamos liberarnos.

 

En los últimos días del año las calles del microcentro se llenan de papeles que las oficinas arrojan desde sus ventanas en señal de “se acabó… ya no nos sirve más… ya paso”, y surge el acto espontáneo de soltar aquello que ya nos sirve, como una liberación que genera una gran alegría, alivio y nos permite dejar espacio para lo nuevo. Podemos llevar esta limpieza a muchos niveles de nuestras vidas:

. En el plano físico ordenando nuestros espacios y regalando o vendiendo aquellas cosas que ya no vamos a utilizar y que tal vez estuvieron guardadas en algún rincón de un placard, porque todas esas cosas representan energías que no movemos, que se estanca y que al quedarse quietas comienzan a corromperse.

. También nuestro cuerpo merece que lo asistamos en este proceso de detoxificación, preparándolo para un buen descanso antes de las vacaciones. Dándole así la posibilidad de liberar las toxinas que se han acumulado durante un tiempo y quedaron depositadas en nuestras células y órganos generando bloqueos y perturbando los procesos que los distintos sistemas que nuestro cuerpo realizan.

. En el plano emocional, es una buena oportunidad para sanar nuestras emociones y liberarnos de aquellas que nos hacen daño e intoxican nuestro cuerpo.

. En el plano mental, soltar aquellas creencias o pensamientos negativos que intoxican nuestro cuerpo y nos sumergen en una realidad densa, oscura y deprimente que nos tira hacia abajo y no nos permite soñar ni crear una realidad óptima y en la que nos gustaría vivir.

. También podemos evaluar qué conductas, qué relaciones y qué situaciones queremos repetir porque nos traen felicidad y alegría a nuestras vidas, y cuáles ya es tiempo de soltar porque se nutren de nuestra energía dejándonos debilitados e insatisfechos porque no hay un intercambio saludable.

Todas estas situaciones actúan como “parásitos” que viven de nuestra energía, ocupan un lugar y generan toxicidad que daña nuestro organismo. El estancamiento y la mala administración de nuestra energía, ayuda a la proliferación de parásitos en todos los niveles. Los alimentamos sin darnos cuenta, hasta que comenzamos a tener los primeros síntomas de enfermedad.

 

De todas formas, hay algunas cosas que podemos hacer para prevenir la proliferación de dichos parásitos:

. Disponer un tiempo para ordenar en todos los niveles.
. Poner atención en cómo gestionamos nuestra energía.
. Observar en todos los niveles de manera minuciosa, qué queremos conservar y qué cosas no tienen más sentido para nosotros.
. Revisar los cuartos, cajones y espacios “oscuros y ocultos” que simbolizan lo inconsciente.
. Chequear nuestro sistema de creencias, ya que consumimos mucha energía para mantenerlas activas y no siempre son beneficiosas para nosotros o nuestro entorno.
. Tomar conciencia de quiénes nos están robando nuestra energía (o a quién se la damos dejando que drene) a través de relaciones que siguen patrones inconscientes dañinos.
. Hacer una revisión de la forma en que nos alimentamos, para ver qué queremos nutrir y qué no.
. Seguir un plan détox de alimentación.
. Hacer algún plan “antiparasitario” invitando a salir de nuestro cuerpo y nuestras vidas a todo aquello que no queremos nutrir y que toma nuestra energía debilitándonos.

Tal vez podamos realizar esta tarea como un ritual de sanación y liberación, abriéndonos con alegría a soltar todo lo que ya no nos sirve, agradeciendo la experiencia porque nos ha dejado un gran aprendizaje, y creando espacio para lo nuevo. Eligiendo de manera mucho más consiente y selectiva lo que queremos dejar entrar a nuestras vidas para crear nuevas experiencias.

Feliz fin de año y año nuevo!

Si pensamos qué es lo que deseamos para nosotros, nuestros hijos y demás, todos responderemos «ser felices». Sin embargo nos encontramos con la realidad de que muchos no se sienten verdaderamente felices y no saben cómo lograr tan preciado estado. Esto deja a las personas y a las nuevas generaciones frente a una gran incógnita y un gran desafío: lograr eso que no se sabe muy bien qué es y mucho menos cómo lograrlo!

Hemos proyectado la posibilidad de la felicidad en múltiples y variadas cosas: la adquisición de objetos, dinero, pareja, hijos, tecnología, diversión, drogas, alcohol. Y si bien, todas estas cosas pueden brindar algún nivel de satisfacción, no traen la felicidad.

Las neurociencias tienen algo para decirnos al respecto: si bien conseguir cosas deseadas activa la secreción de dopamina, responsable de la experiencia placentera, fácilmente podemos entrar en una relación adictiva con aquello que nos da placer y de esta manera establecer un vínculo de dependencia que nos puede conducir a una relación tortuosa con aquello que en principio traía placer.

La sociedad de consumo es un resultado de aquella ilusión que hemos creado y reproducimos inconscientemente de generación en generación. La publicidad trabaja sobre este principio y nos habilita a soñar e imaginarnos cómo nos vamos a sentir cuando compremos tales y cuales productos! La mala noticia es que esta ilusión no nos va llevando por buen camino, por lo menos en cuanto al logro de la tan anhelada felicidad. Pero no son todas malas noticias, parece ser que las crisis nos llevan a reflexionar a niveles más profundos y mirar adónde estamos parados para buscar nuevas soluciones.

 

A lo largo de 80 años se realizaron investigaciones en la Universidad de Harvard para tratar de entender en donde se encontraban las claves de la felicidad. Estás investigaciones mostraron lo siguiente:

-La gente con mayores signos de felicidad fueron aquellos que se esmeraron en construir buenas relaciones y estar cerca de la familia, los amigos y su comunidad.
-La calidad en los vínculos y no la cantidad, es lo que trae más satisfacción.
-El apoyo mutuo, el desarrollo de la empatía, saber escuchar y ser escuchado atentamente conducen a una vida más sana y feliz.
-Enfrentar juntos las dificultades enriquece y fortalece los vínculos.

Waldinger, un prestigioso psiquiatra que trabajó en dicha universidad afirmó: «son las buenas relaciones las que hacen a las personas más felices y más saludables. »

Este año el diario La Nación publicó un artículo sobre el secreto de los daneses para ser los más felices del mundo. Ellos lo atribuyen a una práctica que denominan «hygge», un término que no tiene traducción, pero expresa el sentimiento de bienestar, comodidad, calma y calidez que se puede experimentar en el hogar disfrutando de las pequeñas cosas de la vida cotidiana. En este sentido hay una especial preocupación en crear ambientes agradables, situaciones de intimidad y confianza entre las personas que comparten espacios y la alegría de abrir las puertas para compartir con familia o amigos.

Los finlandeses son tan consientes de esto que han acortado las horas de escolaridad en la primaria y han suspendido la tarea en el hogar. Consideran que en la infancia es muy importante el tiempo de ocio creativo, el momento de juego, distensión y sociabilización. Valoran que los niños estén contentos y se encuentren con sus pares a jugar y guiarse por la curiosidad.

Podemos observar que la atención está puesta en construir buenas relaciones con uno mismo desde un lugar de amor y aceptación, con los otros y con nuestro entorno. Esto pone en evidencia que no son tanto las cosas como la forma en la que nos relacionamos con ellas lo que puede acercarnos a mayores niveles satisfacción. Y no significa que debemos renunciar a metas que suponen grandes desafíos de desarrollo personal, sino que nos muestra que podemos aventurarnos en esa dirección y disfrutar de ello, sabiendo que es sólo una experiencia que estamos creando para realizar un aprendizaje, y la felicidad no depende de ello. Esto nos empodera y al mismo tiempo nos libera de toda falsa expectativa.

 

Algunas recomendaciones prácticas para crear bienestar y salud en nuestras vidas:

-Experimentar alegría y gratitud por el hecho de estar vivos y poder acompañarnos en nuestros aprendizajes.
-Acompañarnos en los momentos difíciles.
-Resolver juntos situaciones conflictivas.
-Crear en el hogar ambientes cálidos, serenos, receptivos.
-Construir vínculos de confianza e intimidad .
-Disfrutar de la naturaleza, cuidarla y respetarla.
-Cuidar de nuestro cuerpo a través de una alimentación sana y ejercicio físico como una forma de amor y respeto hacia nosotros mismos.
-Crear momentos de ocio y relajación.
-Hacer algún aporte a nuestra comunidad como una forma de cuidado y gratitud.

Tal vez esta sea otra forma de transitar la vida; tal vez podamos ir acercándonos a la tan anhelada felicidad través de pequeños actos de la vida cotidiana, creando así, las condiciones de confianza y seguridad básica que nos permitan alcanzar mayores niveles de satisfacción y bienestar, sentando las bases de una nueva forma de ser en el mundo para las próximas generaciones.

 

Cada vez más, las investigaciones van demostrando la relación entre la mayoría de las enfermedades y la inflamación. La inflamación es un signo de desarmonía del organismo, que muchas tradiciones ancestrales como la medicina china y el Ayurveda tomaban en cuenta, orientándose hacia la prevención y detección de desequilibrios mucho antes de que se manifieste la enfermedad. Recién en los últimos años, la medicina occidental con enfoque integrativo ha empezado a considerarla seriamente.

Algunas de las enfermedades relacionadas con la inflamación son: fibromialgia, fatiga crónica, artritis, cáncer, enfermedades cardíacas, diabetes, obesidad, enfermedad celíaca, alergias, intestino irritable, eczema, psoriasis, asma, incluso muchas enfermedades consideradas psicológicas como trastornos de ansiedad, algunos casos de autismo, hasta esquizofrenia.

La causa de la inflamación todavía está en discusión, sin embargo, hay investigaciones muy serias que relacionan la inflamación con la salud del intestino. Un aumento en la cantidad de microorganismos dañinos y una disminución o insuficientes microbios benignos -llamados probióticos- podrían estar generando una inflamación silenciosa sin que nos demos cuenta.

El desbalance de la flora intestinal puede aumentar la permeabilidad de las paredes del intestino permitiendo que bacterias dañinas, toxinas, desechos, alimentos no digeridos, hongos, y parásitos pasen al torrente sanguíneo y de allí se dirijan a distintas partes del organismo, provocando inflamaciones crónicas, debilitamiento del sistema inmune por agotamiento, y finalmente desencadenamiento de enfermedades graves.

Entre las principales causas del desbalance de la flora intestinal, encontramos:

-El uso indiscriminado y excesivo de antibióticos.
-El exceso de sustancias tóxicas en los alimentos
-Malos hábitos alimentarios
-Dietas muy altas en proteínas animales.
-Pastillas anticonceptivas
-Consumo excesivo de analgésicos
-Altos niveles de estrés.

Lo bueno es que podemos bajar los niveles de inflamación, de la siguiente manera:

-Ayudando a nuestro cuerpo a mejorar la digestión y restablecer el equilibrio de la flora intestinal.
-Mejorando la dieta.
-Consumiendo más productos orgánicos libres de pesticidas.
-Reduciendo los productos industrializados que contienen colorantes, conservantes, antibióticos.
-Evitando  aquellos alimentos a los que tenemos mayor sensibilidad ya que activan en exceso el sistema inmune provocando alergias.
-Reduciendo el consumo de carnes inflamadas, cuidando de que sean de pastoreo o de animales salvajes.
-Consumiendo más alimentos fermentados como kefir, kombucha, chucrut no pasteurizado preparado con sal marina o del Himalaya.
-Evitando beber durante la comida ya que el líquido diluye las enzimas digestivas.
-No sobrecargando el estómago con alimentos, es mejor repartirlo por lo menos en tres comidas diarias.
-Desayunando  bien.
-Comiendo por lo menos dos horas antes de acostarse.
-Comiendo lo más tranquilo posible y dándose el tiempo necesario
-Masticando bien, ya que el proceso digestivo comienza en la boca.
-Si fuera necesario incluir algún suplemento probiótico que contenga más de 50.000 bacterias, sin que falten lactobacilus y bifidobacterium bifidus.
-Consumiendo vinagre de manzana fermentado para ayudar al cuerpo a producir ácido clorhídrico (evitar esto en caso de úlcera).
-Realizar actividad física.

Sin duda si tomamos una actitud proactiva con respecto a nuestra salud y realizamos algunos cambios en nuestros hábitos, estaremos favoreciendo ampliamente nuestro bienestar integral.

Si querés saber más, conocé mi programa de Salud Integral.

 

El estilo de vida actual nos expone a un bombardeo de toxinas tanto materiales como sutiles, externas e internas que está produciendo graves trastornos para la salud.

Naturamente el cuerpo, genera toxinas que pueden eliminarse a través de la respiración, la transpiración, la orina y el sudor. Pero si las toxinas no son rápidamente neutralizadas se corre el riego de que busquen alojarse en el tejido graso del cuerpo, especialmente en el cerebro ocasionando serios trastornos neurológicos.

Se sabe que el proceso de alimentación, digestión, absorción y transporte de nutrientes a través de la sangre son procesos muy costosos para el cuerpo. Las moléculas de los alimentos que han sido descompuestos en pequeñas piezas deben ser absorbidas a través de la pared intestinal hacia el torrente sanguíneo y de allí es transportado a distintos lugares del cuerpo para ser asimilados por las células. Estas lo usan para las reacciones químicas y para cumplir funciones estructurales. Mientras este proceso ocurre, el proceso de detoxificación funciona pero de una manera muy lenta. Así las toxinas que se fueron depositando en los distintos tejidos fueron irritándolos y esto provocó que las toxinas se recubrieran con una mucosidad para amortiguar la irritación, a la espera de la señal para su eliminación nuevamente al sistema circulatorio una vez que se detiene el proceso de digestión.

Hay técnicas para favorecer la eliminación de toxinas desde el intestino, desde el sistema renal, pulmonar, de la piel y emocional , que brindamos en el Programa de Bienestar Integral y Detox. Pero lo fundamental es comprender la importancia de «parar» de consumir alimentos, y extenderlo a prácticamente todas las áreas de la vida para que el proceso de detoxificación pueda desplegarse completamente. Lo mismo ocurre por ejemplo durante el sueño donde el cuerpo utiliza la energía disponible para la reparación y el descanso ya que no tiene que ser utilizada para otras actividades. Parar no es algo que esté muy facilitado en nuestra sociedad, y sin embargo es esencial para el mantenimiento de la vida; en el  cuerpo es necesario que ciertos mecanismos se «apaguen» para que otros puedan «encenderse».

El solo hecho de detenerse y poner la atención especial en el cuidado del cuerpo y la mente activa el proceso de detoxificación.

Allí donde la conciencia se asienta es donde aparece la posibilidad de darse cuenta de lo que está ocurriendo mientras está ocurriendo. Allí aparece la oportunidad de captar señales más sutiles que envía el cuerpo y es de fundamental importancia aprender a escucharlas para poder atender a las necesidades en todos los niveles, y así poder realizar los cambios que sean necesarios para volver a alcanzar el equilibrio. Cuando se abre ese espacio de captación más sutil existe la posibilidad de elegir las mejores opciones posibles relacionadas con la salud y el bienestar.

 

 

Cuántas veces nos hemos propuesto cambios y nos hemos encontrado frente a la dificultad de realizarlos o hemos sentido que todos nuestros esfuerzos eran en vano. Las neurociencias tienen una explicación que no solo nos permite comprender con mayor claridad el proceso del cambio sino que también nos ofrece algunas claves para poder transitarlo con mayor facilidad y mejores resultados.

Para comenzar deberíamos lograr quitarle el valor de real a aquello que llamamos “realidad”, comprendiendo que aquello que nosotros llamamos «realidad» es solo la interpretación que hemos hecho de los acontecimientos y las cosas. La misma surge de creencias conscientes o inconscientes que hemos adquirido durante la vida, especialmente durante los primeros años, y que en su mayoría, fueron transmitidas por nuestros padres, maestros o la cultura en la que vivimos, y que sirven para dar significado al entorno. Son generalizaciones creadas a partir de experiencias individuales o colectivas que funcionan como certezas, marcos de referencia que sustentan nuestros valores y principios, mandatos que se activan automáticamente de forma inconsciente, ya que el cerebro recorre un circuito neurológico preexistente.

Pero nuestras percepciones también están condicionadas por nuestro sistema de creencias; percibimos el mundo de acuerdo a la mirada que tenemos, a las lentes que usemos; de esta manera, son  las creencias las que nos condicionan neurológicamente a ver el mundo de una determinada manera. Todas nuestras elecciones y acciones están condicionadas por nuestras creencias.

Cuando los resultados de nuestras elecciones o acciones comienzan a ser insatisfactorias, nos encontramos frente a la necesidad de realizar un cambio. Todo cambio requiere mucha energía. El cerebro utiliza los circuitos de menor costo energético para resolver las cuestiones de la vida cotidiana o hábitos por eso lo hace en automático. Sin embargo, cuando necesitamos realizar cambios, estás se transforman en obstáculos. Todo cambio supone mas, una toma de conciencia de la necesidad de cambio y reconocimiento de que las creencias inconscientes nos condicionan, que una cuestión de voluntad. Si desconocemos estos condicionamientos muchas veces nos encontraremos saboteando el proceso y frustrándonos ya que estos patrones inconscientes intentarán imponerse para asegurar la supervivencia.

 

Estas son algunas recomendaciones que nos permitirán realizar cambio que deseamos más fácilmente:

1- Reconocer cuando alguna situación nos resulta insatisfactoria y nos hemos vuelto demasiado funcionales.

2 -Decidir salir de la comodidad del automatismo para abrazar el cambio.

3- Desarrollar una clara visón de hacia dónde nos queremos dirigir y qué queremos crear para nuestras vidas.

4- Detenernos a observar cuáles son las creencias inconscientes sobre nosotros mismos y nuestro entorno que más condicionan nuestras acciones y percepciones.

5- Cuestionar las creencias.

6- Cambiar las creencias permitiéndonos crear nuevos circuitos neuronales.

7- Comenzar a realizar algunas pequeñas acciones que nos permitan «fijar» estos nuevos circuitos neuronales hasta que se transformen en hábitos más eficaces.

 

Facilitamos enormemente el proceso de cambio cuando involucramos la conciencia y actualizamos nuestras creencias. Ampliamos así nuestras posibilidades de ir acercándonos a la realización de nuestros sueños y alcanzar mayores niveles de bienestar y satisfacción.

 

La terapia integrativa sirve de gran ayuda para afrontar los cambios y mantener la voluntad hacia los mismos, puesto que el objetivo es posibilitar que las personas alcancen mayores niveles de integración, realización y plenitud.