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Investigaciones realizadas en prestigiosas universidades nos brindan evidencia científica de cómo nuestras relaciones inciden en nuestro estado de salud y bienestar general. No es que no lo supiéramos antes, pero ahora podemos conocer cuáles son las reacciones químicas que produce cada estado anímico en el cuerpo. Vamos comprendiendo así cuáles son los mecanismos sutiles a través de los cuales el entorno «se nos mete en la piel» y cómo nos afecta.

Las relaciones pueden representar una gran fuente de recursos contra el estrés, así como un importante factor desencadenante del mismo. El ser humano es un ser social y su vida se encuentra en íntima relación y codependencia con otros. Toda experiencia de aislamiento, soledad, posibilidad de pérdida o constantes conflictos en las relaciones personales pueden ser experimentados como una amenaza, dándole al cuerpo la señal de que debe prepararse para una posible experiencia traumática. Así nuestro cuerpo comienza a dar la respuesta de estrés que prepara nuestra fisiología para el ataque o la huida. Mientras que ante una situación placentera u amorosa, el cuerpo da una respuesta de relajación y segrega entre otros neurotransmisores, endorfinas que nos dan la posibilidad de experimentar bienestar y felicidad.

Se ha podido observar que no todas las personas responden de la misma manera ante situaciones similares. La diferencia radica en la carga genética, las improntas de los primeros años de vida, el entorno, las experiencias a lo largo de la vida, las creencias que tenemos, las conclusiones que vamos sacando sobre de las experiencias que atravesamos, y los recursos con los que sentimos que contamos para enfrentarlas.

Cuidar nuestros vínculos y elegir aquellos que son sanos y nutricios, es fundamental para nuestro bienestar y el de los que amamos.

Es muy importante crear una red de afectos en la que podamos sentirnos cuidados, contenidos y aceptados por lo que somos. Con quienes podamos compartir los buenos y los malos momentos.

Las vacaciones nos brindan una gran oportunidad de dedicarle el tiempo y la atención a aquellas personas que forman parte de esta red de relaciones para que esos vínculos puedan fortalecerse y crecer. Y si sentimos que no contamos con esa red, es un buen momento para ocuparnos de crear nuevos vínculos o reconectarnos con personas que forman parte del pasado que realmente apreciamos. Recordando que para que algo pueda crecer debemos poner intención y atención, y si tenemos dificultades con esto podemos empezar por pedir ayuda!

Durante las vacaciones muchas veces seguimos con el mismo ritmo vertiginoso del año, las actividades programadas hasta largas horas de la noche, las demandas de los chicos y la exigencia de estar siempre ocupados y divertidos.

En este afán por hacer, hemos subestimado el valor y la importancia de saber cómo y cuándo parar. Así, nuestro cuerpo nos va dando señales, que comienzan como sutiles mensajes que podemos captar a través de la percepción y determinadas sensaciones. Luego su intensidad va subiendo y se transforman en conductas, muchas veces compulsivas, reactivas o sintomáticas, hasta que finalmente se manifiesta como una enfermedad si no lo atendemos.

Cuántas veces nos ha pasado con el auto, sabemos que tenemos que pararlo para hacerle un service, poner aire a las cubiertas o atender a algún ruido extraño. Sin embargo  lo postergamos porque siempre hay algo más urgente o más importante que hacer. Siempre le estamos exigiendo un poco más, sin tomar en cuenta el desgaste que esto implica.

Todos estamos expuestos al estrés, de hecho esta es una forma saludable y normal de responder a los cambios y desafíos que propone la vida. Sin embargo cuando sometemos al cuerpo a elevados niveles de estrés y no paramos, todo el sistema comienza a colapsar.

En cambio cuando lo hacemos tenemos la posibilidad de ver con mayor claridad y escuchar esas señales sutiles que de otra manera nos pasan desapercibidas. Nuestro cuerpo tiene la oportunidad de poner en funcionamiento mecanismos de autorregulación, reparación y regeneración.

De esta manera es importante que podamos organizarnos y decidir cuándo vamos a parar. La organización es aquí fundamental. Le vamos a dar a nuestro cuerpo uno, dos días, una semana para recuperarse y vamos a comunicar a los otros que estamos en este proceso de manera tal, de no tener que responder a otros compromisos más que al primordial, el que tenemos con nosotros mismos.